Se vistió de colores el campo... los surcos de tierra parecían preñados de tonos violáceos que se mecían al antojo de un viento que en su silbar, me recordaba melodías... y me puse a bailar. La tomé por el talle y mientras mi mano asía la suya, nuestras caderas se juntaban en un vaivén que enfebrecía la tarde... No, lo había soñado, esas flores no olían nada más que a nostalgia, y mientras abría los ojos, la vi marcharse entre el violáceo de las flores ya cuasi inertes, y la sangre de la tarde que oscurecía poco a poco el horizonte...
Juan Manuel España Carracedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario